El razonamiento lógico y pensamiento crítico en los seres humanos y las fake news
En más de una ocasión en nuestras vidas, y por diversas razones, nos hemos sentido vulnerables emocionalmente. El mirar al futuro, rodeado de incertezas, nos pone en una posición de incomodidad mezclada con miedo e inseguridad. Buscamos respuestas en diversas fuentes, y estrategias para hacer frente a lo que nos acongoja o preocupa.
Es debido a esto que muchos y muchas caemos como presa fácil ante respuestas rápidas, a veces mágicas y convenientes ―extrañamente convenientes, para ser verdad. Cómo olvidar los tés mágicos que queman grasa, el pastor que hacía llover oro, o la pulsera mágica de los 11 poderes [1]. (Si naciste después de 1992, seguramente no tienes idea de lo que hablo. Recojo mi carnet y prosigo).
En el pasado se responsabilizaba a los dioses por la falta o exceso de lluvias o cosechas, por las cabezas de ganado perdidas, o por los humanos muertos por montón debido a enfermedades infectocontagiosas [2].
Podríamos decir que gran parte de estas respuestas se alimentaban de la ignorancia, la doctrina religiosa imperante de la época y el desconocimiento de aspectos básicos de leyes naturales y ciencia en general.
Sin embargo, a pesar de que podemos afirmar con seguridad que con el paso del tiempo el conocimiento científico se ha profundizado y diversificado, las creencias o explicaciones sin sustento abundan. Y no solo eso, en los últimos años hemos sido testigo del aumento sostenido del esparcimiento de mentiras a través las redes sociales [3], tal como los virus se replican en sus hospederos una vez han logrado la infección.
Teniendo en cuenta que la población actual tiene más acceso a la información que las anteriores, ¿por qué el fenómeno de las fake news parece ser aún mayor que antes? Hay varios componentes a considerar, tanto de la información en sí como de nosotros como sujetos que la reciben.
¿Cómo explicamos este mayor aumento en la creencia de noticias falsas?
1. Si bien hay mayor acceso a la información, ésta no siempre es de calidad, por lo cual―y en conjunto a las diferencias en nuestra formación y educación―se hace complejo distinguir entre fuentes confiables o no, cuando de analizar la información que contienen se trata.
2. No solo basta acceder a ella, sino ser capaz de entenderla, analizarla por partes también como un todo y luego extrapolarla y relacionarla con otros contextos.
3. Dado que el acceso a internet es cada vez más amplio, cualquiera puede subir información sin necesidad alguna de entregar sus referencias o comprobar su veracidad.
4. El tiempo que toma el compartir la información es mucho menor que el tiempo que toma corroborarla.
5. Muchas y muchos todavía confunden opiniones con hechos, por lo cual se asumen opiniones como verdades que no se pueden corroborar contrastándolas con evidencia o contra argumentar.
6. Somos prejuiciosos―querámoslo o no―y susceptibles a los contextos sociales en los que estamos inmersos.
7. Ligado al punto anterior, nos basamos en nuestras experiencias previas asociadas al tema para darle sentido o razón a la información que recibimos (no será la misma recepción y percepción de una noticia que puede tener contenido en relación con un grupo de personas en particular si alguna vez tuviste un encuentro positivo o negativo importante con un integrante de dicho grupo).
8. Tenemos una tendencia como seres humanos a llenar, muchas veces de forma inconsciente, a llenar vacíos para hacer razonable un discurso o comentario con facilidad para defender una posición sobre todo si la información que recibimos va en la misma línea de nuestro pensamiento, por lo que no somos muy estrictos con la información que llena dichos vacíos (esto se le conoce como sesgo confirmatorio). Además, solemos rodearnos de personas que piensan como nosotros, lo que lleva al efecto del falso consenso [4].
9. Algunas personas difunden deliberadamente mentiras con el fin de obtener algún beneficio o simplemente implantar una idea que luego crece, se arraiga y es difícil cortar.
10. A veces puede estar presente el efecto Dunning-Kruger en las personas que difunden fake news. Este sesgo cognitivo consiste en que las personas sobre estiman sus conocimientos, por lo cual creen erróneamente que “saben más” de lo que saben realmente [5]. Esto conlleva a que se hagan afirmaciones falsas o explicaciones simplistas sobre hechos o eventos complejos dando el pie para la aparición de “sabios o iluminados” que defienden una idea (y/o producto) mediante el uso del famoso cherry picking [6].
11. Muchas veces la creencia en fake news va de la mano con el fenómeno de la disonancia cognitiva. Este concepto hace alusión a un fuerte conflicto interno cuando una persona se enfrenta a una creencia o idea arraigada contra otra idea que va en sentido opuesto. Este conflicto puede llevar a un cambio de conducta asociada a la nueva evidencia o a la defensa férrea (incluso sin sentido) de la creencia anterior (pudiendo llevar al autoengaño) [7].

En resumen, podríamos decir que tenemos una tendencia natural para creer información falsa como consecuencia de nuestra inteligencia o híper-racionalidad. Buscamos constantemente respuestas que tengan un orden o sentido lógico, por lo cual, cuando a veces las respuestas son producto del azar o mucho más complejas de lo que podemos tolerar, no nos hace sentido, y terminamos “viendo” orden (o lógica) donde no la hay.
En este último punto me voy a detener en los aspectos neurobiológicos de este “poder/maldición“ mental. El esfuerzo cognitivo y el tiempo que se requiere para analizar la información que se recibe es mucho mayor que el requerido simplemente para leerla y compartirla y, si a eso le sumamos la falta de tiempo y lo agitado del día a día, se vuelve una tarea casi imposible.
En cuanto a los sustratos neurobiológicos, hay partes especializadas que se comunican entre sí para el desarrollo y ejecución de habilidades cognitivas complejas, tales como como el razonamiento lógico, la toma de decisiones y la atención.
En particular, la corteza prefrontal se ha relacionado a la toma de decisiones y procesos mentales asociados a ellas [8,9,10]; además, a diferencia de otras áreas del cerebro, es una de las que más tarda en madurar.
En el último tiempo han surgido estudios que intentan explicar la relación del cerebro y la desinformación. Por ejemplo, se ha observado el rol de la corteza prefrontal y el uso de decisiones subóptimas (no eficientes) guiadas por modelos falsos de procesos azarosos, es decir, como la corteza prefrontal participa en la formulación de respuestas que parecen lógicas para explicar el azar, sobre todo cuando esa estrategia requiere un alto esfuerzo cognitivo [11].
Por otro lado, cuando individuos detectan violaciones en patrones detectados, hay una mayor activación en su corteza prefrontal y esta activación es variable entre sujetos [10].
También quisiera destacar que hay componentes de la personalidad que explicarían porque algunas personas son más propensas a creer en fake news que otras [12], como también se ha sugerido que personas con mayor coeficiente intelectual suelen caer más fácil en la desinformación [13], aunque otros afirman lo contrario.
Ya que nadie está realmente protegido de la desinformación, se vuelve crucial el promover el pensamiento crítico como una vacuna en contra la desinformación a la que hacemos frente día a día [14,15].
Noticias falsas en la política chilena
Quisiera poner un ejemplo puntual. El día 26 de noviembre de 2021, un diputado de nuestro país escribió un twitter afirmando que la presidenta de la Convención Constitucional, la Dra. Elisa Loncón, era la protagonista de una vergonzosa performance en la piscina de un hotel del sur de Chile [16]. El “argumento” para sostener dicha premisa (que ya resultaba difícil de creer) era “no hay como desmentirlo”. Pues bien, quedémonos aquí un momento.
Debemos asumir que el hecho acusado por el diputado no puede ser cierto y falso a la vez. Esto nos limita entonces a solo dos posibles resultados: lo que dice es verdad o es mentira. La magnitud o probabilidad de la verdad es la misma que de la mentira, por lo cual, ambas tienen la misma relevancia y “peso” a la hora de analizar la acusación (prejuicios quedan fuera del análisis).
Si yo no tengo la evidencia suficiente para afirmar con total certeza que lo que digo es verdadero no puedo asumir entonces que es falso y tampoco viceversa. ¿Por qué? Porque para que algo sea 100% verdadero al mismo tiempo debe ser 0% falso, y si algo es falso no puede ser verdadero. Si algo no puede ser desmentido, tampoco puede ser afirmado, porque para que sea afirmado, tengo que estar 100% segura que tengo la evidencia suficiente para desmentirlo.
Creo que dado los tiempos que estamos viviendo, y para evitar que suceda lo que pasó en EEUU con QAnon [17] ―incluyendo una campaña presidencial sustentada en fake news [18] ― sería bueno que de vez en cuando usemos el razonamiento lógico y el pensamiento crítico para evitar creer en mentiras, darles la posibilidad de diseminarse y de que se impregnen en la sociedad, pues dividen, hacen daño y tiene alto poder destructivo ―incluso con consecuencias fatales [19]. Y no esperemos menos de nuestras autoridades.
Referencias
[2] https://www.sciencenews.org/article/rise-human-civilization-tied-belief-punitive-gods
[3] doi 10.1126/science.aap9559
[4] doi 10.1016/0022-1031(77)90049-X
[5] https://www.psychologytoday.com/us/basics/dunning-kruger-effect
[6] https://www.mcgill.ca/oss/article/covid-19-general-science/cherry-picking-era-covid-19
[7] https://psicologiaymente.com/psicologia/disonancia-cognitiva-teoria-autoengano
[8] doi 10.1038/s41586-020-03181-9
[9] doi 10.1196/annals.1390.007
[10] doi 10.1073/pnas.1111927109
[11] doi 10.1038/nn841
[12] https://neurosciencenews.com/personality-misinformation-19605/
[13] https://davidrobson.me/what-is-the-intelligence-trap-a-taxonomy-of-stupidity/
[14] doi 10.1177/0963721415604610
[15] doi 10.1016/j.tsc.2017.06.005
[17] https://www.nytimes.com/article/what-is-qanon.html
[18] https://time.com/5362183/the-real-fake-news-crisis/?jwsource=cl
Imagen principal. Digitalspy.
Valeska Cid Jofré