Conservación de la Biodiversidad: ¿In situ o ex situ?

Durante los últimos años la conciencia sobre la conservación de la biodiversidad ha crecido a nivel global, y nuestro país no está ajeno a este fenómeno. Este proceso, aunque positivo, también conlleva confusión en cuanto a lo que el público percibe sobre lo que es la conservación y hacia dónde deberíamos colocar nuestros esfuerzos y atención.

¿Debemos potenciar la creación de áreas protegidas y la investigación de las especies con problemas de conservación o invertir en preservar lo que nos va quedando y ponerlo bajo nuestra protección directa?

Estás disyuntivas parecen distraer la atención pública hacia donde se ve que se está haciendo algo directamente sobre la vida silvestre, cosas tangibles y visibles, enfocándose en la segunda pregunta planteada. Sin embargo, lo percibible no siempre es lo indicado.

La conservación de la biodiversidad es fraccionada en conservación in situ y ex situ. Ambas expresiones del latín implican una contraposición.

Conservación in situ, o en el lugar, se refiere a las acciones de conservación que son llevadas a cabo directamente en el ambiente donde los animales y plantas viven, y que van desde la investigación a la creación y mantención de áreas protegidas.

Por el contrario, conservación ex situ, o fuera del lugar, implica acciones de conservación fuera de las áreas naturales, principalmente en cautividad tales como zoológicos, acuarios, centros de reproducción, centros de rescate, jardines botánicos, arboretos, y bancos de semillas.

Aunque la diferencia parece clara, muchas veces la confusión está en que ambos “tipos de conservación” son considerados como caminos paralelos y autónomos, donde cada uno hace su esfuerzo por separado y con metas independientes. Este error de interpretación puede llevar a problemas mayores de conservación de la biodiversidad al asumir que si los esfuerzos in situ no son exitosos, aun tenemos el respaldo de los logros ex situ.

Los esfuerzos de conservación son uno, no corren en vías paralelas con metas separadas, pero las acciones ex situ están subordinadas a las in situ, son un complemento. ¿Pero cómo es esto?

La conservación de la diversidad biológica en la naturaleza – in situ – implica la mantención de ecosistemas saludables a través del tiempo, donde sigan ocurriendo los procesos biológicos y evolutivos de todas las comunidades ecológicas que los conforman. Estos múltiples procesos, que van más allá de las especies involucradas, son los que nos entregan los servicios de los ecosistemas que sustentan nuestras vidas. Por esta razón, y para la mayoría de las especies, la estrategia de conservación correcta y de largo plazo, es lograr su continuidad en vida libre, in situ, con la menor intervención posible. Sólo las comunidades naturales de esas especies pueden contribuir a los procesos de adaptación a los cambios ambientales por venir.

Foto tomada en Buin Zoo, fuente Santiago.cl

Las interacciones que ocurren en los ecosistemas son muy complejas y no igualables en cautividad. Entonces, la conservación ex situ no debe ser considerada como la solución para especies al borde de la extinción. Las limitaciones no sólo son biológicas, sino que también económicas.

Por ejemplo, los zoológicos son considerablemente más caros que otros programas de conservación que se realizan directamente en la naturaleza como son la mantención y creación de áreas protegidas, el control de especies exóticas invasoras, la adaptación de áreas productivas para la coexistencia con la vida silvestre, la restauración de hábitats degradados y la educación de las comunidades humanas.

Además, las poblaciones de especies animales cautivas difícilmente son lo suficientemente grandes para prevenir la pérdida de variabilidad genética y las adaptaciones a los diversos ambientes que puedan usar. Algunas especies se adaptan genéticamente al cautiverio y pierden la capacidad de vivir en el medio libre, otras no aprenden a evitar depredadores o no son capaces de cazar a sus presas habituales.

Los programas de conservación ex situ requieren de continuidad en el tiempo y de la mantención de sus facilidades, las cuales podrían ser afectados por problemas económicos o desastres naturales. Al mismo tiempo, las mayores densidades que se producen en cautividad hacen proclives a los individuos de una especie a sufrir pérdidas importantes en catástrofes como incendios, terremotos y epidemias.

Sin embargo, para algunas especies, la conservación in situ no es suficiente, especialmente cuando sus hábitats originales han sido destruidos o reducidos de tal manera que no son capaces de sustentar un número mínimo de individuos que mantenga una población de animales o plantas en el tiempo. Bajo estas circunstancias, es cuando se necesita que los individuos de la población con problemas sean mantenidos bajo condiciones artificiales para evitar su extinción y así poder reintroducirlos cuando los ambientes originales son recuperados. El fin es mantener poblaciones viables en la naturaleza, no detrás de una reja o un vidrio.

La investigación que se puede y debe realizar en condiciones de cautividad puede proveer información relevante sobre biología básica y fisiología que posiblemente no sería posible de relevar en vida libre. Esta información debería ser útil para nuevas estrategias de conservación en poblaciones silvestres, así como para el desarrollo de nuevas tecnologías para el monitoreo y la  investigación de las especies en vida libre.

Por otro lado, los individuos mantenidos en cautividad sirven para programas de educación, y así llamar la atención pública sobre los problemas de conservación que ocurren con esas y otras especies en sus ambientes naturales. Los recursos que se generan con las visitas a facilidades ex situ pueden contribuir con fondos para investigación con fines de conservación in situ.

Conservación in situ es la mejor y única alternativa para las especies, comunidades y ecosistemas. La conservación ex situ es un complemento de la conservación in situ y no la segunda mejor opción. Las acciones de conservación en cautividad no deben distraer la atención pública de los problemas reales de conservación y menos aún minimizarlos al ver erróneamente que podríamos preservar todo en facilidades controladas.

Animales y plantas que no tienen poblaciones viables en sus ambientes originales no contribuyen a los procesos biológicos y evolutivos. Esos procesos, que ocurren en los ecosistemas, son los que en largo plazo buscamos conservar.

Paulo Corti
Médico Veterinario, M.Sc., Ph.D.
Universidad Austral de Chile, Valdivia, Chile.

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